domingo, 1 de marzo de 2009

La voz de la conciencia

Era la primera vez que robaba comida. Siempre se había ganado la vida de forma honrada. Profesor, tendero, camarero, peón. Cualquier cosa con tal de sacar adelante a los suyos por sus propios medios.

Las cosas fueron yéndole a mejor: con unos pocos ahorros que había logrado acumular montaron él y un amigo una pequeña casa de trueque. Poco a poco los vecinos fueron dando paso a otras gentes que venían de más lejos en busca de su pequeño golpe de suerte. Se fue haciendo un hueco en la sociedad hasta que un día recibió la visita de alguien muy importante.

Había entrado en el juego: pagaba facturas de burdeles, hoteles y restaurantes a cambio de favores políticos. No tardo mucho en hacerse un hueco entre altos cargos de la burocracia. Él se repetía una y otra vez que no hacía nada malo, que no hacía ningún daño a nadie cubriendo las espaldas a gente importante a cambio de favores. Pero un pensamiento recurrente le reconcomía, y dejó sus negocios a cambio de algo que creyó mejor.

Y ahí se encontraba ahora: robando a los más pobres, quitándoles los pocos medios que tenían para subsistir. ¿Era eso lo que él había querido?

No le gustaba ser ministro.

1 comentario:

Ñocla dijo...

Genial!!! has estado muy inspirado, en pocas lineas has relatado toda una vida.