lunes, 30 de marzo de 2009

Monedas

Abrió la vieja caja de zapatos que escondía bajo unas maderas sueltas del suelo de su habitación. Seguía llena de monedas de distintos colores y tamaños. Unas eran de metales nobles como oro o plata; otras de latón, níquel, plomo e incluso aluminio. Las había de países cercanos y de otros que jamás soñaría con visitar. Metió la mano y cogió un puñado que observó sobre su palma abierta. Recordaba cómo había conseguido cada una de ellas: de pequeño, de joven, trabajando al otro lado del mar, de vuelta en el bar del pueblo. Incluso estaba la penúltima que había conseguido: las pasadas navidades en una terraza del puerto.

Durante toda su vida había coleccionado aquellas monedas extrañas que habían llegado accidentalmente a sus manos. Nunca las había buscado; su intención no había sido la de coleccionar monedas sino la de tener un lugar donde las monedas perdidas tuvieran un significado.

¿Qué pasaría con las monedas cuando él ya no estuviera? ¿Serían sólo pedazos de metal o quedarían sus historias de algún modo rozando la eternidad?

1 comentario:

Ñocla dijo...

Lo importante no es lo que pasará con las monedas, sino la ilusión que ha puesto en coleccionarlas.