martes, 31 de julio de 2007

Sueños perrunos

Los sueños de los perros son aún más hermosos cuando tienen un amigo humano a su lado. Es entonces cuando se deslizan en plenitud por el mundo de los durmientes y corren de un lado a otro saludando a los espíritus de los difuntos que, llenos de añoranza, tratan de acariciar a los vivos para recordarles que no se han ido del todo.

lunes, 30 de julio de 2007

Destellos

Los elementales del fuego seguían disfrutando de su vida ajenos a las desdichas de los hombres. Al fuego debían su existencia y los problemas de los humanos les eran tan extraños como a éstos la posibilidad de encontrar la plenitud en una vida tan efímera.

El tiempo sólo existe en la mente ociosa.

Shhhhh

Algunas noches no sucede nada especial en el mundo. Son noches extrañas en las que todo parece funcionar y hasta los dioses descansan.

sábado, 28 de julio de 2007

Dos tomates y un destino

"De esta semilla nacerá una mata. Y en la mata crecerán tomates. De cada dos tomates que crezcan, uno has de dar a tu gente y otro te has de quedar. Sólo de este modo tu pueblo querrá que prosperes. Sólo de este modo sabrás que te debes al pueblo."

Así, el jovencísimo David tomó en su manita la semilla que le ofrecía su padre, el rey Daniel. Con ternura, éste observó a su pequeño echar la semilla en el agujero que había hecho en la tierra con un dedo, cubrirla, y derramar encima un cuenco de agua. Luego volvieron al castillo.

Por culpa de un minúsculo topo ese invierno, el país sufrió durante décadas el reinado de David el Terrible, el monarca sanguinario cuya muerte dio paso a la República.

viernes, 27 de julio de 2007

La fría lluvia

"Las gotas de agua que se arremolinan en la tormenta no lo hacen porque sí. No son seres conscientes de sí mismos pero obedecen a unos movimientos que no podrían ser de otro modo por antinaturales. Sólo a través del caos presente en la Naturaleza puede apreciarse el orden de las cosas."

- ¿Eso es lo que has hecho como tarea? -preguntó indignada la profesora, mirando por encima de las gafas-. Muy mal, Benito. Tienes un cero. Con esa actitud no aprenderás nada en el colegio. Vuelve a tu sitio.

Y Benito, con sólo once años de edad, aprendió a ser un borrego.

jueves, 26 de julio de 2007

A través del tiempo

Entre los peces atrapados en las redes se hallaba una botella con un papel dentro. Se la llevaron al capitán, como era norma en estos casos, quien la tomó y observó con auténtica curiosidad antes de acercarse a su escritorio a por algún utensilio con el que quitar el tapón y sacar la nota. Venía fechada cuarenta años atrás. Los dos marineros que aguardaban en la puerta pudieron ver asombrados cómo el rostro del capitán se contrajo en en una mueca que no sabían explicar. Murmurando palabras incoherentes, se despidieron del capitán para dejarlo a solas.

El capitán se sentó a su mesa, tomó papel, pluma y comenzó a escribir:

Querida madre:

Mi padre no nos abandonó [...]

miércoles, 25 de julio de 2007

Teogonía especular

En el mundo de los reflejos todos querían saber qué había al otro lado. Algunos sabios vaticinaban que más allá de la superficie brillante habría un mundo irreal en el que las cosas no se repetían hasta el infinito y eran meras sombras singulares de los objetos reales. Otros afirmaban que no, que tras los espejos se hallaba una materia oscura que rellenaba todos los huecos que dejaba el universo y que materializaba aquello que uno deseaba ver, para dar continuidad ya que el vacío no podía existir sin ser llenado espontáneamente. El pueblo llano pensaba que cuando morían, los reflejos atravesaban esa superficie y desaparecían para siempre -aunque había una nueva corriente de pensamiento que defendía que allí se hallaba la materia primigenia de las imágenes y tras hundirse en ella aparecerían reencarnados en alguna nueva imagen. Eso explicaría de dónde salían los nuevos reflejos-. El clero afirmaba que tras esa superficie se hallaba un ser todopoderoso y de sabiduría infinita que los creaba para que se reflejasen a su imagen y semejanza y vivieran una vida de virtud y búsqueda de la sincronicidad.

Andrés, el día que cumplía cinco años, lo hizo añicos jugando con el balón que le habían regalado. Esa noche durmió con el culo escocido y sin haber cenado.

Algarve

Era la última tarde que pasarían en el Algarve antes de irse a Lisboa. En el Cabo de San Vicente el viento era fortísimo y se mantenían sobre las rocas con dificultad. El sol bajaba con rapidez por un cielo limpio de nubes y las olas que rompían contra los acantilados parecían estallar en una niebla dorada que ascendía hasta ellas y les traía el olor del mar. Juntas, no necesitaban más que una mirada para decírselo todo.

Al unísono, las dos gaviotas abrieron las alas y echaron a volar entre gritos.

martes, 24 de julio de 2007

Nada que decir

No era la única historia en la que no pasaba nada. Su particularidad residía en el modo en el que no sucedían las cosas. Otras novelas, cuentos, relatos o incluso historias pasadas de viva voz de padres a hijos fallaban en su manera de desarrollarse o, sencillamente, no tenían nada que decir. Pero ésta era una historia que carecía de personajes, de lugares, de descripciones... tenía una trama muy interesante y perfectamente desarrollada a lo largo de cientos de páginas.

Su autora actual murió atropellada al cruzar la calle con el manuscrito que llevaba a la editorial. Entre los anteriores autores caben destacar el bombero, la farmacéutica, la chica coja del bar, el sereno, la pastora y una monja invidente... incluso un ilustre azteca precolombino.

La historia tenía que velar por su pureza. Nadie debía escribirla, pues dejaría de ser.

lunes, 23 de julio de 2007

π rad

Existían ambos en puntos diametralmente opuestos de la esfera del modo que el universo para cada uno de ellos era todo salvo el otro. Cada ser era consciente de la semiesfera que se proyectaba a su alrededor. Así, consultando a cualquier otro ser de cualquier punto de su semiesfera, podían llegar a conocer toda la esfera salvo aquel infinitesimal diametralmente opuesto.

Así se explica que Dios no le conociera ni el a Él tampoco.

domingo, 22 de julio de 2007

Sirenas

Bajo el agua las cosas funcionaban de otra manera. Cuando uno dejaba de patalear en la superficie con los pulmones llenos de agua y se precipitaba hacia el fondo no tardaba mucho en ser recogido por una sirena. Todo humano tiene su sirena predestinada desde el día en que nace y ésta no deja de nadar hasta el día en que muere. Lo malo es cuando uno se ahoga en el mar. Entonces llega la sirena y te coge y no te deja morir, que sería lo bueno. A partir de ese momento uno vuelve a La Madre, pero en vida. Y sufre con ella.

sábado, 21 de julio de 2007

Sombras

En las sombras más negras donde no llega la luz de las estrellas acecha el peligro. No es un peligro definido, no puede dársele nombre, o forma. O intención. Pero algo claramente escindido de la realidad existe en ellas y su esencia trata de hacerse un hueco en nuestro mundo. No es siquiera la débil frontera entre nuestro mundo y el de nuestros muertos. O de los dioses. O el de otros seres que viven en dimensiones paralelas.

Es como si la realidad pudiera infiltrarse en nuestros sueños.

jueves, 19 de julio de 2007

El tilo

Hubo una vez un anciano que se sentó bajo un tilo junto al camino. Sus ojos cerrados otorgaban una calma serena a un rostro ajado por el trabajo bajo el sol y la lluvia durante toda una vida. No dormía; disfrutaba dejando que su mente se disolviera en la cálida brisa, en los terrones de los sembrados, en las nubes que de cuando en cuando calmaban el picor del sol.

Su cuerpo hace tiempo que desapareció, pero adoro sentarme bajo ese mismo tilo.

miércoles, 18 de julio de 2007

Jadeos

Entre las piernas de su propia madre. En el mugriento asiento de atrás de un taxi. Ahí se encontraba él, jadeando, mientras ella gemía apretando los dientes para no gritar. Algo reprimido dentro de él pugnaba por salir de un estallido pero aún no se sentía preparado. Podía sentir como la vagina de su madre se contraía y dilataba en torno a él. Ya estaba cerca, muy cerca. Su corazón se desbocó. Aguantó la respiración durante lo que parecía ser una eternidad y finalmente estalló. Se vació a borbotones, incontrolable. Cuando por fin terminó no podía parar de llorar.

El hipnoterapeuta le despertó con su voz suave. La regresión había sido un éxito. Ahora que había superado los primeros instantes de su vida, todo sería más fácil.

Nunca

El escriba se mojó los dedos con saliva y aplastó la llama de la vela. La estancia se quedó a oscuras salvo por el tenue brillo que las estrellas de un cielo sin luna depositaban sobre la tosca mesa de madera. Casi arrastrando los pies salió del cubículo y cerró la puerta tratando de que no retumbara. Seguramente cumplió los 100 años de edad algunos lustros atrás, ya no quedaba nadie que recordara el día en que ingresó en la orden. Era un anciano de aspecto venerable, en absoluto decrépito; el tiempo le envejecía el rostro, el cuerpo, pero no se marchitaba. Como cada noche desde que entró en el monasterio muchas décadas atrás había dejado escrita una nueva historia. Nunca se le ocurrió que sería imposible hacerlo, nunca que no podría vivir tantos años.

martes, 17 de julio de 2007

Potencia

Antes del principio había equilibrio. Dos fuerzas que se complementaban y conformaban un todo perfecto. Tan perfecto que no había necesidad de materia o energía. Sólo existía la información que contenía todo un universo con sus cuasi-infinitas variaciones.

O bien no era perfecto o somos entes irreales en un universo que no existe.

lunes, 16 de julio de 2007

Soledad

Nadie podía ver la luz que parpadeaba por el cristal de la ventana. Fuera nevaba. Suave, lentamente. Sin viento que arremolinase los copos junto a las paredes o los lanzase en caprichosos vaivenes. Dentro de la cabaña de una sola habitación una vela ardía a medio consumir. Una sucia alfombra, una mesa, dos sillas. Un jergón junto al hogar vacío de una chimenea. Un plato de hojalata y una vela encima. Eso era todo cuanto había en la cabaña. Fuera, junto a la puerta, la nieve se posaba en un manto terso e inmaculado, sin rastro de huellas.

Cuando se apagó unas horas después el sol llevaba unos minutos calentando el verdor que asomaba bajo las copas cubiertas de los árboles. Una pequeña vela en medio de la estepa siberiana acababa de conseguir por sí misma el mayor logro en la historia de las velas y ese acto de suprema voluntad y sacrificio se había perdido en las aguas del olvido, inútil, malogrado.

sábado, 14 de julio de 2007

Me siguen

No desaparecía esa inquietante sensación que recorría su espina dorsal. Desde que pagó el billete en las taquillas y pisó el primer tramo de escaleras mecánicas sentía, sabía, que algo iba a pasar. Solían sudarle las manos en verano, pero no en pleno mes de febrero. ¿Mirar hacia atrás? Sentía cierta urgencia por hacerlo pero la cautela y el miedo le obligaban a seguir mirando cabizbaja los escalones estriados que tenía delante. Al menos había gente que se movía en su misma dirección.

Los 90 segundos más o menos que tardó el metro en venir parecían saltar en el tiempo para quedarse de nuevo parados por unos instantes hasta volver a caminar. Seguía mirando al suelo. Luego chirrido de metal contra metal y una puerta que se abre ante ella. Entró y se sentó en uno de los muchos asientos que había libres. Por la mañana y tantos asientos libres. No era normal. Sentía las axilas empapadas. De vez en cuando echaba miradas furtivas a uno y otro lado y todos parecían normales y sospechosos. Se bajó de un salto cuando un pitido anunciaba el cierre de las puertas una estación antes de la suya. Nadie trató de imitarla aunque dos o tres personas la siguieron con la mirada desde dentro del vagón. Sonriente, caminó por el andén hacia la salida.

Llegó a su portal jadeando y mientras esperaba al ascensor se quitó el abrigo. Su blusa estaba empapada y se pegaba a su cuerpo. Ocho pisos después tintineaba su llavero en la cerradura. Dos cerrojos y dos vueltas la aislaron del exterior. Respiró hondo para tranquilizarse como le habían enseñado. Luego fue a su cuarto y tomó el frasco que reposaba junto a un libro en su mesilla de noche.

Se tomó la pastilla que le tocaba y la que no había tomado la noche anterior. Había sido una locura tratar de dejar la medicación.

Castillos de arena

Una vez más subía la marea a base de lanzar el mar sus olas un poco más dentro de la playa cada una, con disimulo mal disimulado. Los imaginarios habitantes del castillo de arena se enfrentaban a una muerte segura, pero afrontaban gallardos el envite de las aguas -o el embate, según los más prácticos-. Seguían los guardas rondando las almenas, los mozos cepillando a los caballos y los nobles festejando cualquier nimiedad en los amplios salones del interior, ignorando aun sabiendo que su destino era desaparecer obliterados de la historia o incluso de los enfermizos recuerdos de algún trasnochado Quijano de estos tiempos. Ya nadie soñaba.

Una gran ola rompió con fuerza sobre el castillo.

viernes, 13 de julio de 2007

Gemelas

No eran dos sino tres las hermanas. Sólo ellas lo sabían, aunque nunca se habían conocido. Separadas desde pequeñas las gemelas por miles de kilómetros de distancia, compartían sus secretos, sus juegos, sus miedos y sus alegrías. "Con los años dejarán de hacerlo. No se preocupen" solían decir los psicólogos a los padres. "Es normal que todos los críos tengan sus amigos imaginarios".

Lo que no sabían los doctores era que las gemelas habían traído al mundo una tercera hermana tan real como ellas dos, aun por el detalle de que no tuviera cuerpo. Era ella quien iba y venía con los secretos, historias, risas o llantos compartidos por las tres.

jueves, 12 de julio de 2007

Palabras

Las palabras estaban eufóricas. Por todo el mundo corría la misma noticia y no había un solo concepto que no estuviera celebrándolo con auténtica alegría. Por fin habían aparecido los humanos y en unos pocos miles de años las pensarían, luego las hablarían y finalmente las escribirían.

miércoles, 11 de julio de 2007

Epímeno

Epímeno trazó en el suelo una amplia circunferencia y se situó sobre ella. Luego comenzó a caminar, cada pie pisando la línea por delante del anterior hasta completar la primera vuelta. Entonces, sin detenerse, alzó su mirada al cielo y Zeus supo que, antes de lo que esperaba, el hombre le había vencido.

Con todo su poder, jamás sería capaz de caminar por delante de aquel hombre.

lunes, 9 de julio de 2007

Limpiando el tiempo

Revolvió todos los cajones hasta que encontró una bombilla. La casa estaba completamente a oscuras y tenía que ver el reloj como fuera. Con un brazo extendido como órgano palpador y el otro sujetando contra su pecho su más importante tesoro pasó torpemente por las habitaciones hasta que llegó a la biblioteca. Sobre la mesa debía estar la lámpara. Efectivamente.

Con luz amarillenta se acercó al carillón. Marcaba las tres y algo más de cinco minutos. Se quedó petrificado. A esas horas ya debía estar muerto.

Alcanzó a beberse media copa de jerez antes de exhalar su último aliento. La sirvienta que lo encontró la mañana siguiente muerto en el sofá fue la misma que había movido el peso del péndulo hacia arriba la tarde anterior -el brillo dorado del metal se veía apagado- para limpiarlo.

Cristales blancos

Era un suplicio pasar todos los días -salvo los domingos- ante ese escaparate con los cristales pintados de blanco. Llevaban así toda la vida. O al menos el último año y medio que llevaba viviendo en Palencia. A diario aparcaba en el vado del local una furgoneta de Reformas Martínez y Coco con distintos materiales y herramientas de construcción. Una vez, cuando salía uno de los obreros con unos cascos vacíos de cerveza, pudo intuir a través de la puerta una figura que parecía estar colocando unos paneles de Pladur en la penumbra. Luego la puerta se cerró. Y no volvió a ver nada más.

Ahora, roto sobre el paso de cebra, su vida se le escurre con la fría sensación de que nunca sabría que se esconde tras esos cristales.

domingo, 8 de julio de 2007

Un papel afortunado

Era el segundo papel del montón. Si hubiera pertenecido a quien escribe estas líneas, su vida estaría marcada por la incertidumbre. Pero quien se sentaba todos los días ante el escritorio no era otro que Balzac. Era un papel afortunado.

sábado, 7 de julio de 2007

Terribles seres

Aparecieron poco después de que se dieran las primeras pinceladas temblorosas hace decenas de miles de años. Unos seres que se vivían de las creaciones de los humanos. Incorpóreos, desde que nacían se quedaban con la mirada fija en el más sencillo dibujo y se alimentaban durante toda su existencia de la esencia que brotaba hasta que no quedaban más que trazos sin intención. Otros cuadros nacían ya muertos.

Son parásitos del hombre: para reproducirse buscan aquellas personas que observan el mundo con curiosidad, sin miedo. Entonces, atacan directamente al cerebro donde dejan su embrión, que crece lenta y dolorosamente hasta que, el desdichado infectado, pare una nueva obra.

viernes, 6 de julio de 2007

jueves, 5 de julio de 2007

Omegalfa

Nunca existió un mundo en el cual todo no era. Los científicos que no lo habitaban, postulaban la existencia de algo, lo cual no era una aberración. Así no pasaron los años hasta que ningún fatídico día, ningún científico creó algo, y todo apareció.

martes, 3 de julio de 2007

Lluvia de agosto

La lluvia, minutos antes un fastidio, ahora era una bendición. Perseo, cuyo nombre debía haber sido Teseo -su padre erró la leyenda-, yacía boca arriba con unas cuantas balas mordiendo su pecho. Bajo la poca luz mortecina que dejaban entrever las nubes, podía observar cómo una figura encapuchada arrastraba su guadaña por el fango. Como todos los moribundos, sabía que ya había llegado la hora. Cerró sus ojos y sonrió. La lluvia refrescaba su rostro.

Cuando los abrió de nuevo, una mujer de mejillas sonrosadas le dedicó una sonrisa y le acercó un poco de caldo. Sabía a nabos, a gloria.

Dichosos campesinos.

Desgraciada aporía

Hace mucho tiempo Zenón propuso que Aquiles nunca podría alcanzar a la tortuga. Así fue durante 2500 años hasta que esta mañana, mientras se lo explicaba a un amigo, Aquiles se despistó y pisó a la tortuga.

lunes, 2 de julio de 2007

Relojes

Estaba ante una sencilla réplica de un reloj de bolsillo en un puesto de un bazar. El precio marcado era de veinte euros.

-¿Puedo verlo? -preguntó.
-Claro, compadre -sonrió el vendedor.

Lo tomó entre sus manos y le dio un par de vueltas de cuerda. El segundero se movía dando saltitos alejándose del minutero. No era muy bonito y seguro que la maquinaria no duraría mucho.

-Gracias -le dijo al vendedor-. No me interesa.
-Se lo dejo barato. ¿Quince euros?...

Mientras ambos regateaban, el reloj descansaba sobre la mesa. Ninguno se imaginaba que era el dios de los relojes, produciendo horas para alimentar a los suyos.

domingo, 1 de julio de 2007

Violetas

Jules no había viajado mucho, así que estaba muy nervioso en la estación de tren. Su aspecto era el de un jubilado que se iba de viaje organizado a algún destino de playas masificadas. Pero no era así. Iba a Irún para después enlazar con otro tren que le llevaría a Tolouse. Siempre quiso probar los caramelos de violeta.