sábado, 28 de julio de 2007

Dos tomates y un destino

"De esta semilla nacerá una mata. Y en la mata crecerán tomates. De cada dos tomates que crezcan, uno has de dar a tu gente y otro te has de quedar. Sólo de este modo tu pueblo querrá que prosperes. Sólo de este modo sabrás que te debes al pueblo."

Así, el jovencísimo David tomó en su manita la semilla que le ofrecía su padre, el rey Daniel. Con ternura, éste observó a su pequeño echar la semilla en el agujero que había hecho en la tierra con un dedo, cubrirla, y derramar encima un cuenco de agua. Luego volvieron al castillo.

Por culpa de un minúsculo topo ese invierno, el país sufrió durante décadas el reinado de David el Terrible, el monarca sanguinario cuya muerte dio paso a la República.

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