sábado, 14 de julio de 2007

Castillos de arena

Una vez más subía la marea a base de lanzar el mar sus olas un poco más dentro de la playa cada una, con disimulo mal disimulado. Los imaginarios habitantes del castillo de arena se enfrentaban a una muerte segura, pero afrontaban gallardos el envite de las aguas -o el embate, según los más prácticos-. Seguían los guardas rondando las almenas, los mozos cepillando a los caballos y los nobles festejando cualquier nimiedad en los amplios salones del interior, ignorando aun sabiendo que su destino era desaparecer obliterados de la historia o incluso de los enfermizos recuerdos de algún trasnochado Quijano de estos tiempos. Ya nadie soñaba.

Una gran ola rompió con fuerza sobre el castillo.

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