sábado, 7 de julio de 2007

Terribles seres

Aparecieron poco después de que se dieran las primeras pinceladas temblorosas hace decenas de miles de años. Unos seres que se vivían de las creaciones de los humanos. Incorpóreos, desde que nacían se quedaban con la mirada fija en el más sencillo dibujo y se alimentaban durante toda su existencia de la esencia que brotaba hasta que no quedaban más que trazos sin intención. Otros cuadros nacían ya muertos.

Son parásitos del hombre: para reproducirse buscan aquellas personas que observan el mundo con curiosidad, sin miedo. Entonces, atacan directamente al cerebro donde dejan su embrión, que crece lenta y dolorosamente hasta que, el desdichado infectado, pare una nueva obra.

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