miércoles, 18 de marzo de 2009

Desolación

Todo estaba hecho un desastre. No se recordaba una tormenta así en años. Sólo los más viejos del lugar hablaban de una gran tormenta cuando no eran más que niños. Y había que tener en cuenta que los años transcurridos magnificaban los recuerdos de la infancia.

Y ahora se veía desolada. Aquellas tierras acostumbradas al calor, a la sequía, a los rigores del desierto, habían quedado convertidas en una mezcla de lodo y espigas de trigo malogradas. El mundo era un asco, ya no había belleza, ya no había compasión con el ser humano. Se retiró a casa, tomó un té, y se fue a dormir. No se atrevió a salir de casa hasta tres días después.

Ahora tocaba rehacer su vida, salvar lo poco que pudiera salvar. Empujó la puerta.

Fuera estaba el más hermoso campo de flores que jamás había imaginado. Miles, millones de plantas habían florecido gracias a las lluvias. Lluvias que se habían llevado la tierra superficial y dejado al aire libre el suelo más profundo donde toda esa vida aguardaba su momento.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso, me recuerda una imagen de la película del Mago de Hoz.

Anónimo dijo...

Al final siempre saldrá el sol y brillará con todo su esplendor. Tras la tormenta viene la calma y tras la calma resurge una nueva vida.

Ñocla dijo...

Precioso cuento, lleno de esperanza, me ha encantado