viernes, 6 de marzo de 2009

El rector

¡Por fin había conseguido ser rector de una universidad! Y no era una universidad cualquiera, era la más exclusiva del país y, con casi toda certeza, del mundo. Desde que el profesor de matemáticas le suspendiera -injustamente- en segundo de carrera se había jurado que algún día llegaría a lo más alto y demostraría a cualquiera de los que se habían reido de él que se habían equivocado.

Ahora, con cincuenta años recién cumplidos, se hacía realidad su sueño. Una vida de esfuerzo y ahorro y una buena dosis de suerte -más de doce millones de euros entre lotería, ahorro y dividendos- fueron la llave que abrió las puertas de su cielo particular. Le habían tildado de loco, más cuanto más se acercaba a lograrlo.

Y ahí estaba sentado en su despacho de rector, ante su mesa de rector, en su silla de rector. No necesitaba ni profesores y alumnos para disfrutar de su universidad.

1 comentario:

Ñocla dijo...

El que la sigue la consigue.