jueves, 30 de agosto de 2007

Tropiezo

Cada vez que salía al escenario le sudaban las manos a chorros y pensaba que se le iba a quebrar la voz al comenzar a cantar. Ya se oía la música de fondo, pronto empezaría el guitarra y el batería y seguirían en penumbra hasta que él saliese corriendo y se pusiera a cantar la primera estrofa del sencillo del disco que estaban promocionando.

Tres compases más y a correr. Salió dando grandes zancadas y llegó al centro del escenario cuando estalló la pirotecnia.

El concierto fue un exitazo. Le dio pena irse cuando la gente aún gritaba y pedía más y más, pero eran órdenes de su manager. En el camerino abrió una lata de cerveza, se tumbó en el sofá, y cerró los ojos para poder recordar. Qué tiempos cuando él estaba ahí abajo, con los demás, creyendo en la música...

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