lunes, 20 de agosto de 2007

El portador de luz

Era un demonio que adoraba las flores. No podía evitarlo, pero cada vez que salía del frío averno para hostigar a los hombres, se quedaba fascinado mirando un campo de amapolas, una margarita solitaria, soplando unos abuelos -sin arrancar la planta- o contando la miríada de diminutas flores moradas que se amontonaban en los cardos borriqueros. Sólo se ponía en marcha para huir del arcángel puñetero que llegaba un rato más tarde para expulsarlo nuevamente a las profundidades.

Las personas hablan de Lucifer, el ángel caído que llevó consigo el fuego para que los hombres tuvieran libre albedrío. Pero nunca hablan del demonio que le dio una paliza cuando cayó en medio de un algodonal al que prendió fuego y que fue posteriormente desterrado.

No hay comentarios: