lunes, 6 de agosto de 2007

Miserable

El sobre no tenía remite. Aún así, decidió pagarle el importe que faltaba a la cartera. La carta estaba dirigida a la mujer a quien le había comprado el piso y el matasellos marcaba la fecha de la última nochebuena. Estuvo un buen rato asomada a la ventana, con el sobre en la mano. La anciana se había retirado a una residencia y no sabía nada de ella desde que se compró la casa hacía casi un año. ¿Debía abrir el sobre para ver si era algo importante? ¿Sería mejor llevárselo a la residencia?

La última idea le parecía bastante más excitante. Desde que enviudó casi no salía de casa y éste era un motivo suficientemente absurdo como para romper con su rutina de aislamiento. Aún así, pensó que sería mejor ver primero el contenido, por si las moscas. Cogió un vaso de agua, lo calentó hasta que hirvió en el microondas y ablandó el pegamento como había visto hacer en la televisión. Con los dedos temblorosos sacó un papel doblado por la mitad. Lo desdobló. Venía escrito algo de enhorabuena, de nosequé premios y de que llamara para confirmar.

Volvió a guardar el papel en el interior del sobre y lo pegó. Después buscó entre sus papeles, cogió su sombrero, y salió de casa con el sobre en la mano.

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