sábado, 11 de agosto de 2007

Inoportunidad

Lo cierto es que era un final cojonudo, increíble. El mejor final que podía tener esa historia. Cualquier escritor que lo fuese de corazón hubiera dado la mitad de su vida por poner fin a su mejor obra de ese modo. Y el imbécil de él no había llegado a tiempo.

Había nacido para servir a Hesíodo y el muy estúpido había muerto antes de poder darle forma. Más de dos milenios y medio llevaba esperando una nueva oportunidad y, justo el día que fue llamado por Urania, estaba presenciando la gala de entrega del último Premio Planeta.

No hay comentarios: