¿Quién sería el gilipollas que había acabado el rollo y no había puesto otro? En los seis meses que llevaba de informático en esa oficina nunca había dejado tirado a un compañero sin ordenador y ya era la tercera vez que se encontraba con el culo lleno de mierda y sin papel. Esta vez se iban a enterar. Les iba a desactivar la defragmentación automática de los discos duros y a caparles el eMule.
Tiró de la cadena y se acercó al lavabo con los pantalones en los tobillos. Luego abrió el grifo, se aupó, y se limpió con agua caliente y jabón. Pensó en frotarse los posibles restos con el cepillo de dientes que siempre estaba ahí pero le dio asco no saber de quién era la saliva. Se secó a conciencia con la toalla, insistiendo en el ano, y salió con la mejor de sus poses huidizas hacia su mesa del rincón.
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