viernes, 3 de agosto de 2007

Queso de cabra

Ese día no hubo aquelarre. Dos cabras estaban en celo y el diablo no apareció. A partir de esa noche todos conocieron sus nombres y sus vidas fueron más felices.

Las cabrillas, un par de años después, comenzaron a dar una leche que produjo los mejores quesos que los más ancianos recuerdan.

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