A ver qué cojones escribo ahora... era el título que le venía una y otra vez a la cabeza. ¿Dónde lo habría visto antes? Tenía una serie de diarios que quería publicar que pedían a gritos ese nombre pero le sonaba tanto el título que temía que fuera algo que hubiera leído tiempo atrás y ocultado en un rincón juguetón de su memoria.
La idea del plagio accidental le rondaba cada día con mayor intensidad así como la idoneidad del nombre. Y ello le angustiaba tanto que se planteó dejar de escribir. Así, poco a poco, se fue apagando su ilusión y un 12 de marzo se quitó la vida.
Lo más triste de esta historia es que es real. Sucedió en uno de los infinitos universos paralelos que no han tenido lugar. O bien este es un relato que ha escrito en uno de tantos universos el autor que tan tristemente se quitó la vida en la realidad. O cualquier otra posibilidad.
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