lunes, 1 de octubre de 2007

Perra vida

Estaba al borde de sus fuerzas, sediento, cansado, asustado. Todo el día luchando por sacar adelante a sus hijos y llevar un poco de pan, de fruta, de lo que fuera, a su hogar. En el cielo se apretujaban nubes rechonchas que no se atrevían a dejar agua y las farolas del barrio hacía meses que no se encendían. Mejor así, nadie le vería hurgar en los cubos de basura.

Bajó el bordillo de la acera y se puso a cruzar. El chirrido de unas ruedas dio paso a un coche que rugió al aparecer por la esquina y le deslumbró con sus faros. Corrió a toda velocidad hacia la otra acera. Nunca llegó.

El pequeño Matías Baute, de cinco años, fue la envidia de sus amigos cuando les enseñó el ratoncito aplastado que se encontró por la mañana al salir de casa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Natxo:
Genial, cada día te superas. Es una delicia entrar en tu blog y ver que todos los dias el: "A ver que cojones escribo ahora..." se convierte en un cuento, pensamiento, reflexion genial. Gracias por deleitarme (nos) cada día.

Van dijo...

pobre miguel... %_______