lunes, 15 de octubre de 2007

Escribo

Palabras. Palabras y más palabras. Las palabras se amontonaban en su lengua, en sus oídos, en la punta de sus dedos. Cada vez más numerosas, como la espuma de las olas de un mar embravecido que quieren hacer suyo al náufrago que grita porque quiere vivir. Las palabras se le meten por los ojos, por la boca, por los oídos; sus pulmones están llenos de ellas y las palabras desgarran las venas por las que circulan, afiladas. Luego el dolor se hace llano y las palabras, arrepentidas, se van.

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