martes, 30 de octubre de 2007

La situación perfecta

Todo cuanto quedaba de valor del naufragio era una caja herméticamente sellada que contenía, además de ropas, dos botellas de Oporto, una de Jerez, una bolsa de tabaco -no había pipa-, un paquete de hojas con el membrete de un bufete de abogados y un par de lápices. Muchas veces se había planteado que podría escribir en estado puro si se encontrase en una isla desierta donde nadie le molestase y hubiera comida en abundancia. Ahora tenía la oportunidad. Tomó un lápiz, le sacó punta frotándolo contra una roca de basalto y posó la punta sobre el primero de los papeles. No podía tampoco escribir cualquier cosa y desperdiciar papel y lápiz en bobadas de las que se arrepintiese. Se puso a pensar cuidadosamente en las palabras que diría. ¿Qué quería narrar?

Los marineros que encontraron el esqueleto se preguntaron por qué había un taco de hojas desgastado del manoseo y un lápiz mordisqueado y ninguna palabra fruto de ambos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cojonudo...