viernes, 26 de octubre de 2007

Hipoteca

Ya tenía impreso el cartel:


SE ALQUILA



El papel fosforito era muy blando. Así no serviría. Cogió un par de monedas del frutero y bajó a la papelería a por una cartulina resistente, un acetato para transparencias y una barra de pegamento. De vuelta en casa, pegó el papel a la cartulina y el acetato al papel con cuidado de no manchar las letras. Mucho mejor. Se había comprado el piso con toda la ilusión del mundo pero la hipoteca la estaba asfixiando, y más ahora que había enviudado. No le quedaba más remedio. Guardó el cartel en el bolso y se fue a la parada del autobús.

Ya en la Casa de Campo, se sentó en el tocón de un chopo que había invadido con sus ramas la carretera y con el cartel tapó su coño desnudo. No le quedaba más remedio.

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