martes, 30 de octubre de 2007

Sueños

Era el suyo el trabajo más denigrado por los dioses y, sin embargo, uno de los más hermosos a su parecer. Así que, de todo el panteón olímpico, él había aceptado con gusto esa tarea y la ejercía desde tiempos inmemoriales. Él era quien recogía los sueños perdidos de los hombres y con ellos alimentaba a los Oneiroi que acechaban las mentes de los mortales. Pero a él le gustaba entretenerse mirando cada fragmento de sueño que recogía, tratando de imaginar quién lo soñó, sus inquietudes, sus anhelos, sus miedos; por qué desechó ese sueño y cuáles habría consumado...

Los dioses no podían soñar. Era una debilidad de los hombres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡¡¡GENIAL!!!!!! no tengo nada mas que decir.

Anónimo dijo...

me enkanta...tienes ke hacer una historia mas larga de este relato de verdad..