jueves, 5 de febrero de 2009

Sin vuelta de hoja

El tejido resultaba suave y cálido bajo su piel desnuda. Por un momento creyó que estaba en el paraíso aunque no tardó sino un instante en recordar esa voz femenina que, acariciando su frente, le preguntaba que qué tal se sentía. Físicamente se sentía agotada. Nunca había pasado por una situación similar y, ahora que se le iba aclarando el pensamiento le surgían sus primeras dudas.

Hasta que conoció a Marta, jamás se había planteado hacerlo. Es más, siempre renegaba de ello y decía que las tías que lo probaban estaban enfermas y que era totalmente antinatural. Dios las había hecho así por algo. Pero apareció Marta y, por primera vez, le picó el gusanillo al ver cómo se ceñía el vestido azul que llevaba a cada curva de su cuerpo. Tenía un cuerpo perfecto, la verdad. Y, siendo la nueva novia del mejor amigo de su marido, pronto entablaron amistad y Laura terminó por llenarse de dudas que Marta trató de resolver. Hasta que finalmente, se decidió.

Su novio se iba dos semanas con la empresa a Japón. Era el momento de hacerlo. Llamó a Marta para confirmar la cita. El viernes. A las cinco. Perfecto.

Marta le acariciaba la frente. "Tesoro, no te preocupes, todo irá bien". Sí, pero ya no había vuelta atrás. Acostada, con Marta mirándole a los ojos, se preguntó si había hecho bien poniéndose cuatro tallas más de pecho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ainsssss ya me has engañado de nuevo o mejor dicho ya mi imaginación fue por delante de la lectura. Muy bueno, jajajajajaja