sábado, 21 de febrero de 2009

El especialista

Saber, sabía. Y mucho. Eso nadie se lo podía negar. Ni siquiera aquel imbécil amanerado que iba a evaluar su trabajo. No es que hubiera estudiado mucho. Vamos, no había estudiado nada, pero siempre había observado a su padre ejercer el oficio, cómo usaba las distintas herramientas, los mejores materiales, los pequeños trucos que conseguían darle el toque personal de cada artesano. Día tras día, desde pequeño, había querido seguir sus pasos, ser como él. Ser mejor que él.

Y llega el idiota este y le dice que no, que no sabe. Tenía unas ganas tremendas de coger un cuchillo y clavárselo, despiezarlo como el cerdo que era, gordo y sonrosado. Pero sus ayudantes se lo llevaron a otra sala, le sentaron, y le dieron agua y conversación para calmarlo.

¿Pero cómo podía decir el gilipollas de la Guía Michelin que su crema no sabía?

1 comentario:

Ñocla dijo...

Y he picado!!!!
No se puede ir con ideas preconcebidas. Hay que estar con la mente abierta, jajajajaja sobre todo contigo que nunca se sabe por donde vas a salir.