miércoles, 25 de febrero de 2009

Melancolía

Comía pasas sentado ante el atardecer. Sus nietos se habían ido después de la sobremesa y volvía a quedarse solo ante la vida. Se miró a las manos. No parecían las de un anciano, nudosas y cuarteadas y eso que había batallado en innumerables ocasiones. Los recuerdos de su juventud aún vivían nítidos, sin mezclarse con el día a día, y eso hacía más duro el sentimiento de pérdida.

Otros tenían la suave caricia de la vejez para prepararse para decir adiós a la existencia. Él -maldito- vivía cada muerte, cada adiós de un ser querido como si fuera la primera vez que se enfrentara a la vida con la amargura de saber que nunca más disfrutaría de la compañía del ausente.

Él, un hombre que lo había conseguido todo, era desdichado. Había vencido a la Muerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Planteándomelo ahora, debe ser muy jodio el vencer la Muerte y vivir por los siglos de los siglos...