jueves, 26 de febrero de 2009

Manuel

Aquel cabronazo iba a traerle la ruina. Como una rata que lleva su botín a guardarlo en su madriguera, así se traía las latas de cerveza a la biblioteca y las escondía en las estanterías llenas de libros que nunca nadie leía. Y, escondido en los rincones más oscuros, se comía los cigarros a puñados, mirando a uno y otro lado mientras abría las estanterías, sacaba la cerveza, daba un trago, y la guardaba. Hasta que se le acababa.

Luego, con pasitos cortos y vacilantes se acercaba hasta el bibliotecario, le enseñaba los agujeros donde debía haber dientes, y vomitaba una verborrea levemente coherente acerca de distribución de prensa, Jaén, montados y cañas y foros de pueblos. Cuando ya no podía mostrar más patetismo, bajaba las escaleras renqueante y se perdía en la noche hacia el cartel de Cruzcampo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hmmmm....?