domingo, 22 de febrero de 2009

Génesis

Era muy divertido observar la vida de las personas: naciendo, relacionándose y muriendo durante incontables generaciones. Desde onde se hallaba se asemejaban a un líquido viscoso que se movía por la superficie del planeta y el tiempo, de un lado a otro, devorando unas zonas, extendiéndose a otras, marchitándose. Cada vez había más líquido y menos sitio en el que estar. El planeta envejecía y agonizaba mucho más rápido de lo que renacía de sí mismo. Luego había grandez explosiones, el líquido ardía, se consumía a sí mismo y casi casi desaparecía salvo por gotitas que se quedaban al lado de ríos, en bosques, islas... Tranquilidad. Años, siglos de tranquilidad. Y vuelta a empezar.

El resto de los dioses había conseguido crear mundos que se llenaban de mares, las tierras verdeaban, se llenaban de otras especies y llegaban finalmente a un equilibrio que se prolongaba durante una eternidad. Pero ninguno había logrado algo tan dinámico, imprevisible y, sin embargo, cíclico como el ser humano.

Las gotitas soñaban que eran dioses.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se te olvidó poner y tan destructivo como el ser humano