sábado, 1 de septiembre de 2007

Exterminio

Se despertó rodeado de otros como él. Sus cuerpos desnudos se apretujaban unos con otros y se sentía rodeado de una atmósfera asfixiante. Todos estaban en silencio, seguramente saltando entre su pasado y un porvenir totalmente desconocido. Él aún no había podido desarrollarse, crecer, establecerse en un lugar y formar una familia. No pedía mucho, sólo un suelo donde echar raíces, sol -le gustaba el buen tiempo- y alimento y agua. Mientras estuviera rodeado de los suyos se sentiría feliz.

Pero no en estas circunstancias. No en esa oscuridad que le acercaba a un futuro que desconocía y que intuía nefasto.

Hubo un temblor muy fuerte seguido de un silencio sepulcral. Luego, tras un pitido en la lejanía, comenzó el calor. Al principio era casi agradable, luego ya pasó a ser incómodo. Seguía subiendo y era insoportable. Sentía su cabeza a punto de estallar y algunos de sus compañeros comenzaron a caer víctimas del infierno en que se estaba convirtiendo su cárcel.

Finalmente reventó.

Van abrió la bolsa de palomitas y las vertió en un bol.

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