viernes, 7 de septiembre de 2007

El ojo del portero

El tío de arriba debía ser escritor o algo así. No solía salir de casa casi nunca y cuando lo hacía llevaba un fajo de papeles bajo el brazo y volvía de vacío, con una botella de vodka como mucho. Nunca le visitaba nadie y sólo se trajo un par de putas en los últimos cuatro o cinco meses.

Llevaba más de una semana sin verlo cuando oyó que tocaban a la puerta del escritor. No hubo contestación. Insistieron. Nada. No se oía ninguna voz. Se asomó a su mirilla. Después, unos pasos por la escalera hasta que apareció un cartero con un sobre que tocó su puerta. Dejó pasar unos segundos prudenciales y abrió con la cadena puesta.

Minutos después tenía un sobre certificado a nombre de un tal Helgi Gunnarsson a cambio de su firma. No podía aguantar la tentación y puso agua a hervir. Abrió el sobre sin romperlo y extrajo una carta con diez billetes de 500€ colocados en el pliegue.

Cuando llegó la policía a primeros del mes siguiente por una denuncia de malos olores por parte de un vecino, el portero llevaba diez días en paradero desconocido. Tuvo que ser un cerrajero quien abriera la puerta donde se encontró el cuerpo de un escritor con indicios de haber muerto de inanición.

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