jueves, 22 de mayo de 2008

Una vida con sentido

Era ya muy anciano y le costaba un esfuerzo terrible levantarse antes del alba y caminar un rato hasta lo alto de las lomas para ver salir el sol. Toda una vida haciéndolo, todos los días lo veía salir. Pero eso no significaba que tuviera que ser así siempre. Cabría el caso que algún día, por fin, el sol dejara de asomar por levante. Y entonces verían los locos de la aldea cómo él tenía razón y que, en vez de estar perdiendo el tiempo toda una vida, debían haberse preparado para ese momento.

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