martes, 20 de mayo de 2008

Al acecho

Felipe estaba muy emocionado con su primer día de trabajo. Por fin iba a ganar su propio dinero.

Las cosas cambiaron cuando se vistió con su uniforme y se ajustó las armas al cinturón. Sus manos no dejaban de estar frías y húmedas como peces muertos y, por más que se secara el sudor en los pantalones, en medio minuto volvían a estar igual.

Era horrible la sensación de estar en la garita iluminada en mitad de un terreno en sombras. Se sentía observado, estudiado, acechado. Hubiera salido a fumarse un cigarro y estirar las piernas pero la sensación de pánico crecía por momentos. Tras pensárselo durante unos minutos, apagó las luces y se quedó completamente a oscuras, recostado sobre la mesa y mirando atentamente por la ventana.

Ahora sí podía ver la silueta de los depósitos recortados contra las estrellas. Todo estaba quieto.

La luna se asomó una media hora después y bañó todo de una luz mortecina que mataba la sensación de profundidad y aumentaba el contraste con las zonas en sombra. Hubiera jurado que por el rabillo del ojo vio en varias ocasiones una figura corriendo pero no lograba reconocerla. Estaba prohibido fumar en la caseta de guardia pero el ansia era tremenda. Masticó un cigarro a ver si la nicotina le pasaba a la sangre y le calmaba un poco. Finalmente, le comenzó a picar la cabeza y, por más que se rascaba, cada vez picaba más. No pudo evitar morderse las uñas.

Luis llegó cinco minutos antes al cambio de turno. Le extrañó no ver al nuevo y entró en la caseta. En el hueco bajo la mesa encontró durmiendo en posición fetal a un chaval con el rostro cubierto de lágrimas y mocos. Tenía la cabeza llena de calvas donde el pelo había sido arrancado y arañazos que cubrían la piel de sangre reseca. Su madre le agarraba y acariciaba un de las manos vendadas. Tenía las uñas arrancadas y en algunos dedos se llegaba a ver el hueso.

Ya fue por la tarde cuando, arropado por su familia, Felipe les habló de su primera noche de trabajo. Había sido completamente tranquila.

1 comentario:

Anónimo dijo...

completamente terrorífico, he visto los muñones de los dedos y me picaba la cabeza...