sábado, 3 de mayo de 2008

Derramado

Podía ver la sangre escapándose con su vida sobre el sucio pavimento. Era incapaz de moverse, no por tener algo roto sino porque su alma ya se separaba de su cuerpo para no volver. El mundo se había parado y sólo seguían siendo reales sus pensamientos, su consciencia. Si así era el paso hacia la muerte comprendía por qué tanto santo cristiano se dejaba martirizar.

El sabor amargo se lo dejaba saber que no había sido capaz de desarrollar su obra hasta las últimas consecuencias. A Gaudí lo había matado la gente, no ese tranvía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"El mundo se había parado y sólo seguían siendo reales sus pensamientos, su consciencia..."

ufff... pura poesía

me encanta!

¿cómo has podido escribir este pedazo relato en tan poco tiempo y a estas horas?

Anónimo dijo...

Porque tú si lo vales!!! pequeñas gran obras maestras.