martes, 27 de mayo de 2008

Pueblecito

Las albóndigas estaban realmente malas pero no quería contrariar a la anciana que estaba sentada al otro lado de la mesa mirando con atención cómo comía y preguntándole -otra vez- sobre él y sobre cómo había llegado hasta la aldea.

Wilfred le sonreía y le contaba cosas acerca de cómo había dejado todo atrás para dedicarse a viajar por el mundo, los detalles más interesantes sobre sus aventuras y cualquier otra cosa que le permitiera dejar de comer durante un rato hasta que la mujer le conminase a tomar otro bocado.

Y es que era mejor tenerla contenta. No quería seguir comiendo albóndigas hechas de sus extremidades mutiladas por la vieja.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Joe tio!!!! que macabro, pero genial

L.G. R. dijo...

>.< no fue buena idea leer mientras comia ¬¬

xDDDD

pero muy bueno!

carpe diem