domingo, 16 de diciembre de 2007

Uvas rojas

De las parras se descolgaban numerosos racimos de uvas rojas que engordaban bajo el sol. Tomó uno y se lo fue comiendo con aire distraído mientras paseaba por el jardín de su finca bajo el sol del atardecer. ¿Cuántos guerreros habían muerto por su espada? ¿Cuántos inocentes? Cada noche al acostarse recordaba sus actos llenos de heroísmo y nunca se le aparecían los rostros de aquellos a los que había matado.

Ese era el sueño en el que, desde hacía más de dos mil doscientos años, vivía el fantasma de Cayo Aurelio Bucco, penando por los montes de Murcia.

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