En la emisora sonaba su canción favorita. Le gustaba fumarse un porro mientras conducía por esas carreteras casi vacías cuando volvía a casa de trabajar en el monte. La luna asomaba ya por el horizonte y el sol no se había puesto y las estrellas se atrevían a asomarse a un cielo libre de nubes. Jaime y Soraya seguramente estarían ya en su casa preparando la cena y enfriando las cervezas. Luego, más petas, risas, pelotazos de whisky o vodka y acabarían los tres follando en el sofá hasta quedarse dormidos.
Cada vez escribían peores historias en la Playboy.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario