domingo, 2 de diciembre de 2007

Papá Noel

El Papá Noel de este año tenía bastante buena pinta, no como el del año pasado, escuchimizado y que se cayó, con escalera y todo, en cuanto empezó a soplar el viento. Menudo berrinche había cogido su hija. Para este año se había movido bastante, mirado en muchos sitios, hasta que en un centro comercial de la capital, vio justo el que necesitaba. Aprovechó para hacer otras compras y un par de horas después se encontraba conduciendo de vuelta a casa con su flamante Papá Noel en el maletero.

Después de cenar, dejó a su hija viendo un concurso de esos de chavales que cantan en la tele, y se escabulló hacia el coche, para prepararle la sorpresa. La pobre, desde que quedó huérfana de madre, no parecía muy feliz a su lado. Así que este año iba a tener colgado de la ventana el mejor Papá Noel que había visto en su vida. Cogió la caja de herramientas con una mano y se echó el fardo al hombro para subirlo todo en un único viaje y que su hija no sospechara. Taladró, atornilló, enchufó, ató y descolgó con cuidado la escala con el Papá Noel atado por la ventana. Quedó muy bien. Lo enchufó y las luces parpadearon como diciendo fe-liz-na-vi-dad-fe-liz-na-vi-dad-fe-liz-na-vi-dad...

Aprovechando un intermedio, le pidió a su hija que le ayudara a descargar unos paquetes del coche. Cuando llegaron al coche le dijo que se diera la vuelta y su sonrisa iluminó la noche. La Navidad sí podía ser hermosa. Juntos de la mano, se metieron en la casa. Empezaba a nevar.

Nathan Haber murió de frío esa madrugada. No había vuelto a casa de su primer día de trabajo como Papá Noel en el centro comercial.

No hay comentarios: