martes, 4 de diciembre de 2007

Esperando a los ángeles

No sentía frío, al contrario de lo que había pensado que sucedería. Ahora se encontraba en el cementerio del pueblo esperando acostado a que llegaran los ángeles para guiarle a su nueva existencia. Se consideraba buena persona, en general, a pesar de que tenía el pronto muy fácil y bebía más de lo necesario. En el fondo le dolía que no hubiera venido nadie a decirle adiós; tampoco es que tuviera muchos amigos. Pero no vino nadie de la pandilla. No le perdonaron que se hubiera pasado al Rock cristiano. Y así partía solo.

Por fin llegaron los ángeles inundándolo todo de luz. Se levantó, los saludó, y cogió la prenda que le ofrecían. Ya tenía su chupa de los Ángeles Blancos, y con su moto se unió a la manada.

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