sábado, 1 de diciembre de 2007

El dedo de un dios

Lo que más le gustaba a este dios era observar a una de sus criaturas en particular durante una temporada y tratar de entender sus anhelos, sus miedos, sus ilusiones y de anticiparse a sus movimientos, a sus decisiones, a sus reacciones.

Después, si le había resultado interesante, sorprendente, le premiaba concediéndole sus deseos.

Si, por el contrario, era un ser aburrido, previsible, le castigaba concediéndole sus deseos.

No hay comentarios: