domingo, 9 de diciembre de 2007

¿Por qué?

Los ojos de la estatua observaban fijamente a su escultor. Durante horas ambos se mantuvieron la mirada, tratando de comprender qué motivaba al otro.

Al día siguiente el aprendiz encontró a la estatua con el rostro destrozado. Nunca se volvió a saber del artista.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se sale...