Y seguía nevando. Otra noche más. Las ramas de los árboles comenzaban a doblarse y algunas se rompían con horribles chasquidos. En sus madrigueras, los animales cerraban sus ojos para morir en paz, sin aire para respirar.
¿Era hermosa la muerte?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario