viernes, 2 de noviembre de 2007

Apresada

Ese ventanuco era todo cuanto le unía al mundo real. Agobiada por el peso de las cadenas, de la humedad, del hambre y el desánimo, se arrastraba por las noches en su celda y sólo callaban sus lamentos cuando los primeros rayos de sol golpeaban en las mohosas piedras de la pared. No recordaba su edad, su nombre, su crimen. Sólo vivía cada día un día más para ver el sol y recordar los juegos y risas en la pradera junto al río cuando era niña.

Las grabaciones eran fascinantes. De los calabozos de aquel castillo burgalés provenían algunas de las psicofonías más melancólicas y aterradoras de toda España.

1 comentario:

Van dijo...

mamamamammamamaamamamamamammmamamamamamamammam
tengo miedo
XB_______________