domingo, 4 de noviembre de 2007

Ilusiones

La suya no era una historia que valiese la pena contar. Una de tantas vidas llenas de fragmentos de sueños rotos que aún no se han arrojado al vertedero del olvido sino que siguen provocando heridas cuando uno no pone cuidado al rebuscar en la memoria. En su garita de bedel veía pasar los días y las mismas caras con distintas ropas. Los libros que se traía para estudiar habían dado paso a otros para entretenerse, a revistas, a pasatiempos, a mirar a través de los cristales de su jaula.

Sólo en uno de los diarios locales apareció una breve reseña sobre un hombre de 46 años que había ingresado cadáver por sobredosis de somníferos. Por la tarde el colegio ya tenía un sustituto.

No hay comentarios: