miércoles, 5 de marzo de 2008

Mal pie

En su mochila llevaba todo cuanto tenía en la vida. Un poco de ropa, otras botas, un disco duro portátil, el cargador del móvil, el del MP3, dos paquetes de tabaco sin empezar y un par de CDs originales. No sabía dónde iba a ir ahora pero ya era libre. Katia había decidido que estaba harta de ella y se había largado con un tío. Pues que le vaya bien. Ahora le tocaba estar sola.

Las calles estaban casi desiertas, el metro acababa de cerrar y por ahí no pasaban búhos. A ver si algún taxista se había despistado y pasaba por ahí y le llevaba a la estación de autobuses. Y ya vería dónde iría.

Después de casi diez minutos caminando en dirección al centro vio pasar a una manzana un taxi con luz verde que se detuvo en un semáforo más adelante. Echó a correr hacia él. La luz se puso verde casi a la vez que ella pisó una mierda, resbaló y cayó contra los setos. Su puta madre. El taxi se iba mientras ella hacía turismo de aventura. Tenía unos cuantos arañazos sangrantes en las manos y el tobillo derecho se le había doblado un poco. Podía caminar, pero cómo dolía el cabronazo. Joder, pues sí que empezaba bien su nueva vida. Se sentó en un banco, se encendió un cigarrillo y se puso a llorar.

Nunca supo que ese taxi apareció destrozado al caer en la autovía de circunvalación en la noticias del día siguente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buena suerte, mala suerte....