jueves, 20 de marzo de 2008

Comilona

Pocas veces se había sentido tan satisfecho después de comer. Se acarició un poco la tripa y decidió sentarse unos minutos antes de volver al trabajo. Por la ventana se veía un paisaje nevado iluminado por un sol que le trajo recuerdos de cuando jugaba con su hermana de niño. Se le escapó una lágrima. Hacía mucho tiempo que no lloraba.

En fin, hora de ponerse en pie. No todos los días podía uno conseguir un nabo en el campo de concentración.

No hay comentarios: