sábado, 2 de febrero de 2008

Uno más

La gente del bar trataba de no mirarlo directamente, pero era innegable que, nada más entrar en el local, las risas se habían convertido en conversaciones anodinas y murmullos. Siempre igual. Tampoco es que soñase con que la gente se echara en sus brazos cada vez que llegara a un sitio pero, joder, al menos que le ignorasen como a uno más.

Pidió una cerveza y dejó el tricornio sobre la mesa.

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