jueves, 21 de febrero de 2008

Cosas de viejos

Cada vez que le llegaba una propaganda al buzón de comida a domicilio la subía a casa, descolgaba el teléfono, marcaba el número y hacía un buen encargo a la dirección del vecino de arriba. Luego se pasaba los minutos muertos hasta que llegaba el pedido comiendo pipas aguardando el zumbido del telefonillo. Abría el portal rápidamente y se acercaba a la puerta a escuchar la discusión.

Así pasó sus últimos años de vida James Bond.

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