domingo, 24 de febrero de 2008

Payaso

Como payaso no era muy innovador pero los niños se reían. Le gustaba pensar que el suyo era un oficio heredado de algún dios que un día tomó forma y mostró a los humanos cómo hacer que sus vidas fueran más llevaderas. Luego, la realidad le ponía en su sitio y bajaba lunes, miércoles y viernes a por el periódico para buscar algún trabajo "de lo suyo".

Por las noches, tras patearse media ciudad sin conseguir un motivo por el que madrugar al día siguiente, encendía la tele, calentaba algún plato precocinado en el microondas y se tomaba tres o cuatro latas de cerveza sin marca. Se aguantaba las ganas de mear hasta que no podía y entonces iba al baño, meaba, se miraba en el espejo y se echaba a reir hasta que conseguía llorar.

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