El experimento estaba siendo todo un éxito. Los vapores de cianuro inundaban la sala de un suave olor a almendra amarga. Efectivamente, su consciencia permanecía despierta durante el proceso por el que se separaba de su cuerpo agonizante y se convertía en un ente de pensamiento puro, sin materia ni energía.
Después, gradualmente, el mundo se desdibujaba. Lástima que ya no pudiese publicarlo en Science, como siempre había soñado.
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