domingo, 3 de febrero de 2008

Nadie

No sabrán que tengo el sobre. No me cogerán. Y si me cogen, no lo encontrarán. Mi vida no importa nada y es vital que yo no muera sin haber dejado el sobre en lugar seguro.

Miro a mi alrededor y tengo miedo. Creo que me miran porque saben quién soy, qué tengo. No puedo confiar en nadie y no sé dónde puedo meterme y descansar por unas horas. Tengo sueño y necesito comer. Entro en un local de comida rápida y pido un menú con mucha cafeína. Desde mi esquina puedo vigilar todos los movimientos. Nadie me parece inocente, nadie excesivamente sospechoso.

Cojo mis cosas y voy al baño. Tengo que cagar. Creo que he cogido frío y mis tripas están a punto de reventar. Hay papel.

Prefiero no lavarme las manos y salir ya de este infecto local. La calle está semidesierta. Semidesierta por no estar a reventar, claro. Esto es la capital, ¿no? Creo que cogeré el autobús. El que sea. Así podré identificarlos o despistarlos. O las dos cosas.

Pago mi billete. Cojo el cambio y lo dejo en el bolsillo de mi abrigo. Hago como que me subo el calcetín y toco el sobre sujeto con esparadrapo a mi pierna. Sigue ahí. Todo va bien.

El conductor me dice que baje del autobús. Me he quedado dormido. ¿El sobre sigue en su sitio? El sobre sigue en su sitio. Estoy en algún lugar que no conozco, casi desierto. No veo a nadie por las calles llenas de luz amarilla.

Me meto en un parque oscuro y llego hasta una valla que me separa de la autopista. Un grupo de chicos con pelo largo vienen riéndose hacia aquí. Parecen borrachos. Creo que no me han visto. Trepo la valla. Me señalan y gritan y vienen corriendo. Salto a la calzada y miro a mi izquierda. No se puede calcular bien. Respiro hondo y salto con toda la rapidez que puedo. Oigo cláxones y frenazos. He llegado a la mediana. Trepo y salto al otro lado. Corro de nuevo. La impresión del impacto dura sólo unos instantes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola...
Tus relatos, cuentos... siguen siendo geniales, por lo menos a mi me lo parecen. Te leo todos los días. El otro día fallaste, pero al dia siguiente aparecieron dos :)
No te escribo todos los dias, ya que solo podría repetir: GENIAL
Sigue deleitandonos con tus cuentos
Gracias

Unknown dijo...

Prácticamente desde el principio de este blog me propuse no participar en los comentarios de mis relatos. No por excentricidad, orgullo o esnobismo sino por no pervertirlo y transformarlo en mi pequeño templo de autocomplacencia donde alimentar mi ego y facilitar comentarios que me hincharan el ego.

A ratos pienso que me escudo en el blog para justificarme por no centrar mi vida en escribir "de verdad". Otras veces pienso que con él mantengo vivo el fuego que me hace arder de inquietud.

Lo que sí es cierto es que, aun escribiendo para mí, saber que alguien más disfruta de mi trabajo da sentido a muchas cosas. No sé si te conozco, si me conoces, si eres un amigo o un familiar. O si llegaste aquí a la deriva para encallar. Y no quiero saberlo.

Gracias a todos quienes me leéis.