sábado, 4 de abril de 2009

Sueños del ayer

El aspecto de la carne de la hamburguesa que le habían servido era el de una mierda de perro pisada. El olor simplemente distinto. Pero tenía tanta hambre que ese bar era el único sitio donde podía saciarse con el poco dinero que le habían dado en la puerta del metro hasta que los vigilantes lo echaron a patadas. Literalmente.

Pegó un mordisco. No podía decidir si sabía a mierda de perro o no porque nunca la había probado pero la cebolla estaba muy fuerte y frustraba cualquier empeño culinario que hubiera puesto el tipo de calva grasienta de la barra. Aparte de él, el resto de comensales eran latinoamericanos y europeos del este. Asco de vida y asco de país.

Se bebió medio litro de cerveza de una atacada. Joder, menudo invento la cerveza: barata, fresca y le dejaba a uno la sensación de que no todo era mierda en la vida. Y si tomaba unas cuantas más se iba cualquier otra sensación y se dormía sin pesadillas hasta que algún gilipollas de uniforme le echaba de donde se hubiera metido a dormir.

Pidió otro combo. Seguramente el del bar se quedó calvo cuando pensó en el nombre para ponerle al litro de cerveza + hamburguesa a 3€. Aún le quedaba dinero para otro más pero si no hacía demasiado frío mejor se lo guardaba para comprar un batido y unas magdalenas en el súper por la mañana. Mordió la nueva hamburguesa y otro trago a la cerveza.

Se despertó desorientado en un sofá de cuero, rodeado de madera y libros que plagaban las estanterías que cubrían las paredes. Ante sus ojos, una pantalla de ordenador mostraba una hoja de cálculo. ¿Qué estaba pasando? ¿Había sido todo un sueño?

Se le acercó un agente de seguridad sonriente. Tenía que ser eso, un sueño, y estaba de nuevo trabajando en una oficina. El de seguridad, amablemente, le echó del IKEA.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sueños de ayer, de hoy y de siempre.

Anónimo dijo...

Original,y real a la vez. Sueños de mendigo y no medigos á veces también, apatridas , emigrantes y gente de ninguna parte.