jueves, 2 de abril de 2009

Piedras

Le gustaba coger una piedrecilla blanca y otra negra cada vez que bajaba a la playa. No recordaba cuándo empezó a hacerlo ni por qué, sólo sabía que era algo que tenía que hacer porque si no lo hacía sentía que le faltaba algo.

El primer frasco de conservas lo llenó cuando aún era una cría. El segundo también, aunque ya sentía algo raro, distinto, al ver a los chicos. Año tras año, mes tras mes, día tras día, cogía sus dos piedrecillas y las metía en un frasco al llegar a casa. Llegó el día en el que llenó una estantería. Era hermosísima.

Pasaron los años. Acabó llenando una habitación, dos habitaciones. Compró una nave industrial. Otra. Un polígono entero.

El viento de una tarde de otoño enredaba su pelo. Las lágrimas corrían por su rostro ajado por el paso de innumerables años. Ya no quedaban piedras blancas en la playa. ¿De qué le servía la inmortalidad?

2 comentarios:

Genucla dijo...

Perhaps to start creating white little stones herself...

Ñocla dijo...

Igual para hacer otra cosa que recoger piedrecitas blancas. Había llegado el momento de cambiar a otra cosa. (hace pensar)