lunes, 27 de abril de 2009

Sobredosis de realidad

Realmente no sabía si matar al gato o cogerlo y acariciarlo. Llevaba todo el verano cuidando de un par de plantitas de marihuana y el muy cabrón las había destrozado esa mañana. No era más que un gatito de unos pocos meses pero ya parecía que se las supiera todas. Fijo que se había hecho colega de los perros de la comisaría de la esquina y le estaban enseñando el oficio.

Dejó al gato durmiendo en el sofá y se fue a hacer la compra. La verdad es que olía a maría que tiraba para atrás, daban ganas de lamerlo o fumárselo. Era algo más que un simple juguete que se había encontrado abandonado, era como... ¿un amigo? Le compraría alguna chuchería en el súper. Saludó a los maderos al pasar ante la puerta de la comisaría, eran preciosas las dos nuevas perras.

A Fabián le iban a encantar las golosinas de atún que había comprado. Seguro que dejaba lo que estuviera haciendo e iba lanzado a por ella en cuanto abriera la puerta de casa. Llegó a su calle y vio a un policía echándole la bronca a una de las perras quien tenía las orejas pegadas a la cabeza y no se atrevía a devolverle la mirada. Tenía el pelaje manchado de sangre. Unos metros más adelante vio a Fabián destrozado en el suelo. Se le nubló la vista y cayó de rodillas. Escuchó un "¡Siéntate, Curiosidad! ¡Quieta ahí! ¿Se encuentra bien, señora?" antes de perder el conocimiento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Joooo que penita :(